Carta de Luisa - Locución Lourdes Funes
#Cartasdesdemicasa
Querido paciente: Sabiñánigo, 4 de abril de 2020
Te escribo desde mi casa, para intentar que imagines, lo que yo veo, para intentar hacerte un poco de compañía en estas largas horas de soledad. Hoy hace un día magnífico, un día de primavera, en el que todo promete florecer y brotar. Así nos pasará a nosotros, tras este periodo de hibernación. Un día de primavera en el que los pájaros cantan con una variedad infinita de trinos. Un día de primavera en el que la luz del sol nos calienta, nos anima, nos da fuerzas para seguir adelante. Un día de primavera que nos promete un verano. Pero sabiendo que lo importante es este día, este momento. De hecho, es lo único que tenemos, lo único que nos alimenta. Hoy, aquí y ahora, este momento.
Desde las ventanas de la cocina veo la sierra de la Partacua, con Collarada al fondo. Las montañas tienen bastante nieve, que contrasta con el cielo claro y azul de este día.
Desde el salón puedo ver Santa Orosia, Oturia, y el valle del Basa, que acaba con la vista de Peña Canciás al fondo. Y al otro lado de Peña Canciás, me puedo imaginar el valle del Ara, con esa maravilla de rio fluyendo libre, sin nada de intervención humana con presas o pantanos.
Soy muy afortunada, bueno somos, ya que estoy con mi familia. Una hija y un hijo que en mayo van a cumplir 21 y 19, y con mi marido. Y estoy muy agradecida por todo lo que la vida me ofrece. Agradecida por poder escribir estas letras, por poder trasladarte el sentimiento de amor que me embarga al pensar en ti. Conocido, conocida o no, eso no tiene importancia. A fin de cuentas, todos somos muy distintos y a la vez muy iguales.
Supongo que tendrás familia que estará deseando saber de ti, y acompañarte en estas horas. Y si no la tienes, seguro que tendrás amigos, compañeros. Igual que yo. Supongo que en esta vida habrás sufrido, y habrás reído, igual que yo. Supongo que en esta vida habrás luchado por aprender, por tener un trabajo. Igual que yo. Supongo que querrás, o habrás querido a tus padres, agradecido sus enseñanzas, el tiempo compartido, y hasta los enfados. Igual que yo. Supongo que tendrás sueños. Igual que yo.
Supongo...Tantas cosas...Igual que yo.
Esta humanidad que compartimos me permite imaginarte, y me hace escribir estas palabras de apoyo, de aliento, de amor.
Me emociono al escribirte, al imaginarte.
Solo te pido que vivas cada momento, cada instante. Respirando, acogiendo lo que llega y soltando lo que se va, a cada inspiración acógelo, a cada expiración suelta. Como si fuera una canción repetitiva que te puede permitir desconectar de esa cabeza que no para de pensar, que necesita un descanso, un soplo de aire fresco. Inspira, y expira, como si no hubiera nada más. De hecho, es lo único que hay. Inspira y expira. Atiende tu respiración, permite que te acune, que te acompañe. Si tienes un cojín, o simplemente, tus manos, ponlas en el pecho o en la tripa y siente como esa respiración te balancea, te acuna. Y simplemente siéntela, permítete estar con ella, sin nada más. Este es el momento presente, este es el ahora.
Si puedes sentirla, si puedes escucharla puede ayudarte mucho.
En los momentos en los que estés triste, tengas miedo, estés enfadado o enfadada...te invito a qué tras darte cuenta de cómo estás, trates a esa emoción como una invitada, y que le digas a esa emoción, sé que estás ahí, te dejaré entrar a mi casa si tú quieres, y si yo quiero.
Y tras dejarla ahí, a un ladito, escuches tu respiración, la que siempre te acompaña, sintiendo moverse el abdomen o el pecho, o sintiendo cada inspiración y cada expiración. Para luego decidir, qué haces con esa emoción, si la dejas entrar o le invitas a que venga otro día.
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Con todo mi amor, Luisa