La columna de Juanma Ortega
By Juanma Ortega
Lo que duran, Duran Duran
Me tendió la mano Simon John Charles Le Bon y me parecía que me la estaba dando un gigante. Y no es que yo fuera demasiado pequeño, es que este hombre que roza el metro noventa tiene algo tosco en sus movimientos que le convierte en casi un gigante. Sobre todo en el escenario, donde no es grácil, pero sí impresiona lo suyo. Recuerdo su extraordinaria “politesse”, casi rozando la desidia, con la que trató a los medios que fuimos al entonces europeo Reino Unido a cubrir un éxito inesperado del que hablaré al final.
Simon tampoco es que sea el mejor afinado, ni un extraordinario cantante desde el punto de vista técnico, pero es que en su caso se le perdona. Cuando hay detrás alguien que sigue haciendo vibrar tanto a miles de personas desde los 80, algo tiene. Pues, prepárense para el impacto, mañana cumple 63 años este líder de Duran Duran.
Recorramos algunas de sus canciones, y su último disco.
Mónica Naranjo, Mimétika: muchas mujeres en una sola mente
Estoy en una de las terrazas de la emblemática calle Serrano de Madrid. Prensa, medios y representantes de nutridos grupos de justificadísimos fans se dan cita este mediodía convocados aquí, pero no para conocer más sobre el disco y la gira de Mónica Naranjo, que todo eso ya lo sabemos por los cauces habituales, sino para estar. Se nota en el ambiente. La gente quiere estar cerca de ella cuando presenta un disco o su gira. Porque lo de esta mujer es visceral. No pasa por el intelecto. No te mueve porque tenga determinados acordes o por una extraordinaria capacidad vocal, que la tiene de lejos. Es por pasión. Que es lo que desata, y de lo que vive.
Mimétika es el nombre elegido para su nuevo disco, si es que se puede llamar así a un proyecto cibernético de una “lady” del futuro para la nueva era, cargado de energía vital. Habla de muchas mujeres, muchas Mónicas, en una. Es un rompecabezas sonoro embriagado con el tono de sus cuerdas vocales, y grabado en 8D gracias a Samsung, su partenaire para esta gesta artística multimedia.
Ed Sheeran, velas y un gran amor
Y yo que creía, como muchos, que los tributos potentes se hacían solamente a viejas glorias de los 80…
Me encuentro con la noticia de que en unos días el Ateneo de Madrid se va a llenar, y colgando el “sold out”, porque van a encender cientos de velas alrededor de dos músicas, una al piano y la otra al violín, que interpretarán diez grandes éxitos de Ed Sheeran. No, no viene el artista. Ni siquiera cantan. Pero ha de ser grande el poder de un solista pop que llena conciertos sin usar su voz, sin que nadie lo haga, con solamente dos instrumentos, y sin estar él. A ver si van a ser las velas… ¿Tan grandes son sus éxitos? Pues sí.
El más importante de todos, "Shape Of You", aparece en varias listas, como la de Spotify, como el tema más escuchado de la Historia. Nada menos.
Sigue en El Independiente: https://www.elindependiente.com/autor/juanma-ortega/
En aquel tiempo, John Lennon murió
(Publicado en El Independiente)
Hoy, ocho de diciembre, recibe un principio casi bíblico la crónica de una muerte no anunciada. Decir “en aquel tiempo” sugiere referencias a las Sagradas Escrituras, y podría ser una de las acepciones. Sin ánimo de cometer herejía, el hombre que se reconoció “más famoso que Jesucristo” junto a otros tres “melenudos”, era básicamente un hombre bueno que fue perseguido y sacrificado.
Si bondad es evitar la violencia, su respuesta en la última época del grupo fue la de mediar, poner paz, y hasta desaparecer en los momentos más tensos, para no avivar la llama del rencor entre ellos. Menciono esto porque lo de la campaña por la paz global ya lo conocemos, y todo el mundo es capaz de tararear “Give Peace a Chance”.
(sigue en https://www.elindependiente.com/opinion/2021/12/08/en-aquel-tiempo-lennon-murio/)
George Harrison y el reality “The Beatles”
(Publicado en El Independiente)
No pudo más. El 10 de enero de 1969 apuntó en su diario, entre guiones, “dejé The Beatles”, en medio de otras cosas. Así, en un “por cierto”. Como quién deja algo que no le resulta sano y tampoco quiere explayarse más. Sabiendo que se trata de algo tan importante en todo su planeta, meterlo en medio de una frase habla de un enorme despecho, y por lo tanto, deseo de hacer pequeño lo grande. La ilusión con la que ofrecía todo su arte chocaba con una pared de egos llamada Lennon & McCartney y con la sutil presencia, cada vez más evidente, de una certeza: en el fondo, ya no estaban juntos.
Tuvo que ser muy complicado ser productor audiovisual y trabajar para la banda más importante del mundo cuando, a una semana de dar un concierto histórico, no saben si hacerlo en un teatro de Libia o en el Parlamento inglés, por sorpresa. Aquello acabó, a modo de despedida, en el tejado de su discográfica, como bien cuenta la Historia. La muerte en 1967 de Brian Epstein, su mánager, les dejó como pollos descabezados que se sabían más famosos que Jesucristo. Cada uno hacía su vida, llámese Yoko, Linda o Hare Krishna, y llevaban años sin tocar juntos por culpa del invento del multipista. Se habían distanciado. Lejos estaba aquel momento en el que George Harrison, el hombre que nos dejó tal día como ayer hace 20 años, perdió su virginidad frente al resto de la banda, mientras se hacían los dormidos. Le aplaudieron al final de la jugada, pero no lo hacían cuando él aportaba sus canciones.
Y nació el mito Freddie Mercury
(Publicado en el periódico El Independiente)
Pilló en domingo y no era como ahora, que la inmediatez es absoluta. Al día siguiente, el lunes 25 por la mañana, mientras el sol hacía brillar los tejados del Madrid de otoño, pulsé “Play” en el CD del estudio acristalado de la radio. Sonó en antena, claro, “Show must go on” (El show debe continuar)
La voz de Freddie Mercury, como el mito recién nacido que era, hizo su trabajo: llenar el silencio de su propia ausencia con una potente voz de cuatro octavas completas. Lo curioso es que cuando dije en redacción “voy a empezar con lo de Mercury”, más de uno pensaba que se trataba del reconocimiento oficial de su enfermedad. Porque fueron escasas horas las que pasaron entre ambas noticias en las terminales de las agencias.
Estamos hablando de un 1991 en el que la industria del espectáculo era todopoderosa, los jóvenes empezaban masivamente a tener ordenador personal y en España las televisiones privadas abrían las puertas a la música. Por ubicarnos.
Por la tarde, durante la grabación de mi programa del extinto Canal Plus, ya pudimos dar más detalles. Hacía algún tiempo que había abandonado toda medicación salvo la paliativa, y junto a él en todo momento estuvo Jim, su pareja.
Justo hoy se han cumplido treinta años desde aquel 24 de noviembre. En este tiempo, el mito se ha hecho grande y una película de enorme éxito hace inútil explicar detalles de su vida, porque ya pertenecen al respetable, como sus canciones. La que fue su banda sigue girando con otro cantante, habrá pronto un documental y otro disco recopilatorio de grandes éxitos de Queen. Sigue sin haber vacuna para el SIDA, aunque se ha llegado a avanzar enormemente en el control de la enfermedad, y la música ahora se alquila, no se suele comprar. Pero he vuelto a buscar el vinilo de su disco hecho en el cielo (textual) “Made in heaven”. El resto de la banda y su discográfica tardaron 4 años en terminar de rescatar el material que dejó en forma de tomas vocales, de piano, e imágenes del más grande para poder terminar su disco póstumo.
El libro de “Los Secretos”
(Publicado en El Independiente)
Por evidente, el titular no tiene menos enjundia. De entrada, alguien podría pensar que se trata de una obra de carácter metafísico, y algo de eso hay. O de alguna revelación de oscuras verdades del pasado, y también. Pero, claro, en teoría no se trata nada más, y nada menos, que del libro que gira en torno a una historia anclada en la música de nuestro país: la de Los Secretos.
Se trata de “Siempre hay un precio”, escrito por Álvaro Urquijo, parte fundamental y hermano de la voz ya perdida de Enrique. Ya han aparecido ríos de tinta, además de las 336 páginas de la propia obra sobre este lanzamiento, y a mí me parece que no son muchas. Sobre todo si quitamos las que se centran en la muerte de Enrique.
Ángeles Afuera, Premio Ondas 2021: “Escuchando vas a sentir mucho más que viendo un móvil”
(Publicado en El Independiente) Dicen los expertos que la memoria, lo es todo. Sabemos quienes somos porque nos acordamos de quienes somos. Recordar es, por resumir, nuestra vida. Estamos en un mundo digital, por lo de los unos y ceros, pero no menos digital porque usamos los dedos. Es tan fácil pulsar nuestro móvil con uno de ellos y que aparezcan nuestros recuerdos…
Paseamos por nuestra vida cuando queremos, a golpe de bolsillo, con fotos, vídeos, o audios y revivimos lo que fuimos. En apenas unos segundos. Pero no siempre fue así.
En aquellos años 90 en los que me encargaron darle vida a “Anda ya”, el legendario programa despertador de Los 40, nos pusimos el reto de conseguir sonidos que acompañasen a una noticia, algo de lo que la gente hablara, o sencillamente alguna ocurrencia de la que reírnos. Lo que ahora sería “googlear”, en aquel momento, en la SER, era ir a ver a Ángeles Afuera. Ella era la responsable de algo incipiente llamado “documentación”, y hoy va a recibir un merecidísimo Premio Ondas.
Eduardo Alonso, director de Spotify Studios en España: "el algoritmo de Spotify te conoce mejor que tú mismo"
Hablar de 2009 cuando uno se refiere a este cambiante mundo virtual en el que lo de hoy, mañana es Historia, es hablar del paleolítico. En aquel año y gracias a Arancha González, por entonces comercial de la radio, recibí en mi estudio a un alemán llamado Lutz Emmerich que necesitaba grabar unas cuñas. Se trataba de una pequeña empresa sueca que ofrecía algo tan curioso y sencillo como música a demanda a través de la web. En una época en la que íbamos con nuestros CD y mp3, fue bastante revolucionario poder poner en un buscador cualquier canción conocida y que empezara a sonar sin más.
Aquel invento es Spotify, y a día de hoy aún sigo produciendo las auto promociones para España que tanto molestan con lo de “hazte premium ahora…”. Aquella pequeña empresa, cuya delegación en España estaba en un pisito de Madrid, en estos 12 años, ha conseguido remover la industria y la radio musical.
Sí, la radio también. A principios de siglo, y por orden directa de asesores norteamericanos, se asesinó al locutor musical. La consigna, que algunos siguen dando, era “x minutos de música sin interrupción”. Sin darse cuenta, estaban diciendo que esa presencia humana era solamente una “interrupción”. Así pasaron los años hasta que vinieron las plataformas a poner no solamente música, sino la música que uno quiere.
Eso provocó que los mismos asesores que mataron al DJ de radio musical, pidan ahora que los locutores sean estrellas, porque la música la ponen otros. Pero la mayoría de esas voces llevan muchos años escondidas tras un ordenador, dedicando más tiempo a la informática que a la creatividad. El único disc jockey que está mejor que nunca es uno que ha ido aprendiendo silenciosamente, tomando nota de todo lo que le piden, y analizando por qué. Se llama algoritmo, es quien gobierna las propuestas en las plataformas y ya no entiende sus decisiones ni quien lo creó.
En medio de toda esta transformación, un “video jockey” norteamericano, que veíamos en aquella MTV de los 90, llamado Adam Curry creaba, el 13 de agosto de 2004, algo con un nuevo nombre: “Podcast”. “Pod”, porque lo escuchábamos en aquellos “IPod” de los que hablaba antes, y “cast”, porque se “emitía”, en inglés. Se trata de contenidos hablados que ya no necesitan una radio para ser distribuídos.
Ahora la principal plataforma de música del mundo, tiene 180.000 podcast en español. Un océano de sonidos infinito y a demanda que no tiene ya nada que ver con aquel pequeño “Google” de 9 o 10 posiciones que era y es el dial de la radio.
Eduardo Alonso es Head of Studios for Southern & Eastern Europe en Spotify, o, lo que es lo mismo, el que lidia con decenas de creadores de contenido para hacer crecer el fenómeno. Tiene ahora 33 años. Está contento de haber puesto por fin cuerpo, aunque cara todavía no por las mascarillas, a sus compañeros de Spotify. Le llegó el cargo en confinamiento y ha teletrabajado hasta ahora. Le sobra ilusión por el proyecto, y no puedo evitar recordar la que teníamos en la radio hace décadas, cuando nos dábamos cuenta de que era un fenómeno en expansión.
Arancha Martínez, economista: “La ayuda humanitaria no puede seguir usando papel y lápiz”
Todavía hay quien piensa que es posible el progreso pensando en términos nacionales. No hacemos más que constatar que el mundo es más uno que nunca, y los “efectos mariposa” desatan mucho más que huracanes al otro lado del planeta. Pues en los lugares a los que no miramos hay auténticos viveros de desgracia humana.
Arancha Martínez Fernández es economista, premio de la Fundación Princesa de Girona en la categoría social, y trabajaba en banca de inversión, en marketing estratégico y finanzas en París y Dublín, en Merrill Lynch. Hasta que se fue a la India. Cinco años.
Su tecnología ha permitido identificar a más de 300.000 niños. Conoce su historia.
Fernando Beltrán: el poeta que pone nombre a las cosas
Publicado en El Independiente
Me cuentan que Facebook cambiará de nombre. Resulta que las más grandes inteligencias, pagadas con la fortuna de Mr. Zuckerberg, han decidido que lo mejor es cambiar una pequeña palabra para salvar todo un Imperio. Se trata de nada menos que la que define todo el proyecto, o sea, su nombre. ¿Tanta importancia tienen esas letras con las que nos referimos a algo?
Fernando Beltrán, poeta, a mí no me engaña. Para poder leer todos los libros que hay en su oficina se necesitan varias vidas. Y la suya no le da para tanto. Él escribe y pone nombres a las cosas. Su hija, rellenando un formulario, declaró que su papá es “poeta y nombrador”, y aunque no esté aceptada precísamente la palabra que define su oficio por la Real Academia de la Lengua, le han asegurado que entrará en próximas revisiones. En el mundo empresarial se soluciona, como siempre, tirando de inglés y llamando “naming” a la actividad de este buen señor, que ha dedicado su vida a crear palabras que luego usamos casi todos, como Opencor, Aliada, La Casa Encendida, Rastreator, Vodafone Yu, y muchas más.
Oh, "baby"
No es de extrañar que nos sorprendan las particularidades de un idioma que no es el nuestro, sobre todo a la hora de expresar amor. Llamar “bebé” a alguien talludito es más propio de tierras latinoamericanas o angloparlantes. Aquí se lleva más de lo de “cariño”, “amor” (está ganando adeptos), “cielo” o “mi vida” (más tradicionales).
En otros idiomas encontramos expresiones muy curiosas. En Japón, donde las caras ovaladas son señal de belleza, es maravilloso que te llamen “tamago gata no kao” (cara de huevo con ojos). Los franceses se sienten amados si les llaman “petit chou” (pequeño repollo), en Noruega es precioso que te llamen “pus” (gatito) y en el Tíbet por lo visto se lleva mucho transmitir cariño diciendo que el otro es algo así como “el veneno más honroso de mi corazón”.
Si hay cuatro letras, además de “love”, que se repiten una y otra vez en la música popular del mundo es la expresión “baby”. En realidad su auge ocurrió en la década de los 60, pero continuó desde entonces. Según un interesante estudio realizado en 2014 sobre las palabras más usadas en la música anglosajona publicada desde 1890, es interesante comprobar cómo hemos pasado de “uncle” (tío) o “home” (hogar) a expresiones como F**k o Die (morir).
Así, como quien no quiere la cosa, la palabra “baby” ha seguido ahí desde hace medio siglo, ocupando en 2015 el puesto 18 de los “principales” sustantivos usados en las canciones, detrás, claro, de algunas ganadoras seguras como la citada “love” (amor) o “You” (tú).
Empecemos, baby.
Míriam Algueró: “Los acompañantes en el cáncer son vitales”
Se nos llenan las páginas de este y otros periódicos con nombres que se suman a la enorme lista de personas que sufren esa enfermedad. El cáncer es una amenaza directa a la vida, y un tratamiento imposible. Míriam Algueró lo sufrió dos veces y sin diagnóstico propio. Primero con su padre, y luego con su madre.
Publicado en El Independiente.
La música española en el mundo
Un 12 de octubre, no es un mal día para reflexionar sobre la influencia de la música española en el mundo, que no ha sido poca. Si en el arte pictórico lo hacemos con frecuencia para referirnos a Velázquez o Picasso, reivindicamos lo propio en lo musical. Lo haremos sin remontarnos a cómo los primeros que hicieron las américas se llevaron, entre biblias y armas, un importante legado musical que floreció, claro. Aunque a la vista del reguetón, habrá quién reniegue de en qué se convirtieron nuestros coros y danzas con el paso de los siglos.
Descartemos. Con la lírica nos pasa igual que con el arte pictórico. Que mencionar a Carreras, Domingo, Kraus, Caballé o a Arteta no tiene mérito, porque es de todos sabido que causaron impresión en el mundo. El folklore no está en esta lista, porque habría que dedicar un importante espacio solamente para reflejar la cantidad y calidad de estudios universitarios que se han hecho sobre el tema. Tampoco podemos profundizar demasiado en algo evidente y que ya ha sido aquí repetido por expertos como Juan Luis Cano o Pepe de Lucía: el flamenco, que es universal, es nuestro único valor exportado.
Dediquemos estos cortos minutos de lectura y escucha a caer en la cuenta de algunos de nuestros artistas pop que han influido en el mundo.
No existen los milagros, existen los hábitos
(Publicado en El Independiente)
Nos quejamos de esta pandemia, pero habría que vernos en la primera mitad del siglo XIX. Decenas de miles de personas completamente sanas morían pocas horas después de tener los primeros síntomas de cólera. Las autoridades científicas, impotentes, echaron la culpa a las «miasmas», una expresión usada seguramente por los padres o abuelos del lector. Afortunadamente, la ciencia ha avanzado y aunque se ha evidenciado que seguimos indefensos, lo somos bastante menos. También se han investigado con rigor las medicinas tradicionales y las posibilidades terapéuticas de sustancias naturales. En ese campo encontraremos a personas como Carmen Salgado, que no piensa en amuletos cuando se trata de salud.
El día que Lennon y McCartney no fueron a clase
(Publicado en el diario El Independiente)
La idea no es fomentar el absentismo estudiantil, pero hay que reconocer que si ese día John y Paul hubieran sido buenos chicos, probablemente la efeméride de hoy no existiría. Y por extensión, no podemos imaginar las consecuencias.
Era un día de 1958. Macca andaba buscando una forma de encandilar a su novia de aquel entonces, Iris Caldwell. Mientras, en la mente de John se repetían fragmentos de la obra de Lewis Carrol, con toda su carga existencial y onírica. Y ambos profesaban auténtica devoción por Buddy Holly. Metes eso en la coctelera y sale la primera canción jamás publicada de The Beatles.
Lennon siempre se refirió a Love Me Do como la canción de Paul, pero su aportación seguramente fue lo que salvó definitivamente el “intento de hacer blues” del otroLlamada a Juan Ignacio Solera, creador de Ivoox: “Es el boom del audio porque los grandes quieren que lo sea”
Mi querida reportera entró en la farmacia, micro en mano y con una cámara detrás. La gracia estaba en preguntar a la gente qué era “un podcast” y ver las respuestas que daban. Como bastantes transeúntes apuntaban a un producto farmacéutico, nada mejor que interrogar a alguien con bata blanca detrás de un mostrador. La guinda la puso el boticario cuando contestó que no tenía ese medicamento. Era 2008, y estábamos produciendo vídeos educativos para la Fundación Telefónica. Hacía ya dos años que me había atrevido a lanzar mi propio podcast, y uno desde que se me ocurrió poner en marcha el primero de una cadena de radio, con el resumen diario del programa “Hoy por hoy” (Cadena SER)
Mientras tanto, en Barcelona, un físico que trabajaba en la industria alimentaria tuvo una etapa en la que le tocaba viajar mucho por carretera. Quería aprovechar ese tiempo escuchando aquellos temas que le interesaban. Había que crear una aplicación, como el “Youtube del audio”. Se llamó Ivoox (pronunciado “ivox”, como suena)." Ese es Juan Ignacio Solera.
Llamada a Pablo Carbonell para hablar de "Mi agüita amarilla"
Llamo al móvil de Pablo Carbonell, del que sé poco últimamente. Apenas pude ver en redes el triunfo de uno de sus “bolos”. Sí, el líder de “Los Toreros Muertos”, aquel grupo irreverente de los 80, sigue dando conciertos por España. Además, hoy mismo aparece una versión de su más irreverente y divertido tema, “Mi agüita amarilla”, junto a los líderes (y únicos) representantes del “Agro pop” español, los “No me pises que llevo chanclas”.
Esa mujer llamada Soraya: "Una embarazada es una bomba de creatividad"
#Soraya #sacanuevodisco #entrevista #podríasertodoconhashtags … Puede provocar sorpresa, pero hay cada vez más personas que se han acostumbrado a leer así las cosas, y como nos descuidemos #nospasaatodos. Contra eso lucha desde la música Soraya.
Me acerco a la señora Arnelas viéndola embarazada. Por segunda vez. Sigue irradiando sonrisas y gestos de cariño a todo aquel que se acerca, tras un pequeño concierto privado, presentación de su nuevo disco, y en el día de su cumpleaños.
Entrevista publicada en mi columna de El Independiente
Jean Michel Jarre: el hijo que fue padre de la música electrónica
(Artículo publicado en El Independiente 24/8/2021)
¿Nos influye nuestro padre, directa o indirectamente, en nuestra vida profesional? Mi padre era artista, pero no compuso las bandas sonoras de películas como "Doctor Zhivago" o "Lawrence de Arabia". Le vi poco en mi vida. Y, aunque él era un gran pintor y yo no sé dibujar, Jean Michel Jarre sí supo ser un gran músico como su padre, Maurice Jarre. Hoy cumple 73 años.
Aunque seguramente tuvieron más culpa del desarrollo de su talento otras dos personas: su madre, una enfermera que ya tiene calle con su nombre en Lyon y le puso a tocar el piano con 5 años, y su abuelo, gran ingeniero de sonido en los años 50. Cayó en manos del pequeño Jean Michel una grabadora que se convirtió en un estudio doméstico con el que grabó las maquetas de "Oxygène", el disco francés más vendido en el mundo con más de 25 millones de copias.
Lloró Jarre de frustración cuando acudió al entierro de su padre, el gran compositor que conoció cuando ya era mayor, al verle rodeado de cuatro personas y en un ataúd de alquiler, que fue sustituido por uno de cartón en el momento de la incineración.
Se fue Maurice Jarre sin haber disfrutado de un niño creativo que se hizo muy grande, y sin haber acudido a ningún concierto de los que impresionaron a millones de personas en el mundo.
Esta es la historia de Jean Michel Jarre: