En la presentación de sala situacional del centro de salud en Nueva Concepción, Escuintla, el jefe de distrito decidió que para mejorar las coberturas de vacunación, llevarían a cabo una jornada. Para pedir los insumos, coordinar con la municipalidad, organizar al personal y promocionarla adecuadamente, se llevaría a cabo tres semanas después.
Al llegarse el día, en el salón municipal, el alcalde y el jefe de distrito inauguraron la “Gran Jornada de Vacunación”, los puestos de trabajo estaban organizados en: clínica de atención médica, control de peso y talla, revisión de carné / esquema de vacunación, administración de vacunas para la edad y entrega de medicamentos. A las madres de los niños y otros pacientes vacunados se les hacía entrega de acetaminofen y se les explicaba las reacciones que la vacuna administrada podía ocasionar.
Al final del día, habían vacunado 178 personas, entre ellas niños menores de cinco años y mujeres embarazadas.
A la farmacia de la localidad se acercó una de las madres de los niños vacunados a pedir “algo más fuerte para la fiebre, pues el acetaminofen que le habían en la jornada de vacunación no le hacía”, el farmacéutico le indicó que si era por la vacuna que mejor llevara a su hijo al centro de salud. Acción que no pudo realizar porque su hijo falleció durante la madrugada. Al dar aviso indicó que “su hijo había muerto por la vacunación”.
La noticia no tardó en difundirse entre los vecinos, fue entonces cuando la abuelita de una joven embarazada de gemelos, también vacunada en la jornada, expresó que su nieta había tenido complicaciones y que tres días después, al acudir a control de embarazo por ultrasonido, el médico le indicó que los bebes estaban muertos, al llegar a la emergencia de maternidad, durante la anamnesis, la joven sostuvo que “los bebes habían muerto por la vacunación”. ¿Es esto cierto? A continuación abordamos el tema.
