Madres y Padres de Alto Rendimiento

¿A qué padre o madre no le preocupa si alguno de sus hijos entra en contacto con las drogas? Resulta obvio que todos tenemos en ciertos momentos ese temor. La información que nos llega a través de los medios de comunicación y otras vías como las redes sociales nos alertan de los datos alarmantes de consumo de drogas, incluso más preocupante aún de la edad de inicio de estas conductas de riesgo. Incluso es relativamente fácil encontrarse en ciertos entornos con menores que se encuentran bajo los efectos de ciertas sustancias. Ahora bien, no debemos quedarnos únicamente con la preocupación o el miedo como resultado final de todo este escenario, es preciso conocer las variables que están influyendo para que se dé este fenómeno, que de otra manera siempre ha existido, lo que cambia es el número de sustancias que existen y la edad de inicio del consumo.

Mi interés es la prevención. Quiero conocer la situación real a la que me enfrento como padre de hijos adolescentes y para ello es imprescindible saber qué variables son las más importantes e influyentes en este tipo de conductas. Una de ellas es el cerebro adolescente.

Para que nos aclare cuáles son las características del cerebro adolescente y su vulnerabilidad ante las drogas y otras conductas de riesgo, contamos en este episodio con el Neurocirujano y neurocientífico Osman Salazar (Tu cerebro al desnudo). Nos describe claramente como un cerebro humano no es completamente maduro hasta que llega a la treintena y las estructuras que más tardan en mielinizarse y madurar son aquellas encargadas del autocontrol y de la valoración del riesgo y las consecuencias, por lo tanto, biológicamente ya cuentan con ciertas dificultades para enfrentarse a este reto. No sólo la inmadurez cerebral explica toda la varianza de las adicciones, son muchas las variables, tanto biológicas, como sociales, económicas y políticas que influyen y que también nos explica de forma sencilla y concreta el Dr. Salazar.

Si la prevención no ha conseguido evitar que nuestros hijos consuman o incluso caigan en una adicción, es preciso mantener la confianza en el tratamiento. Osman nos da alguna pincelada de los criterios basados en los conocimientos actuales de la neurociencia en los que se tienen que sostener dichas terapias para que sean más eficaces y eficientes.

Todo esto y mucho más puedes escuchar en la entrevista completa con Osman Salazar en este capítulo.

¿Cómo puedo conseguir que me sienta bien como madre o como padre? ¿Qué tengo que hacer para ser mejor educador? Quiero que mis hijos me caigan bien la mayor parte del tiempo…

Todas estas preguntas e ideas creo que son comunes en todas las personas que quieren cuidar de la infancia y es cierto que en muchas ocasiones nos cuesta llegar a las respuestas. La Disciplina Positiva es estilo educativo, una mirada hacia el otro acompañada de herramientas pedagógicas que nos pueden ayudar y mucho en este duro camino que es la crianza y la educación.

En este capítulo, Bibiana Infante, psicóloga y entrenadora líder de Disciplina Positiva nos presenta de manera sencilla y clara los principios sobre los que se sustenta la Disciplina Positiva, destacando los beneficios que conlleva educar desde esta perspectiva.

Cualquier persona con cualquier formación puede ser una buena educadora si establece como guía los pilares fundamentales de esta manera de educar: si aprende a conectar emocionalmente con su hijo/a, si establece límites de manera amable, si piensa en el largo plazo, si le capacita en habilidades socio-emocionales y si está basado en un respeto mutuo.

Educar es acompañar a la infancia y eso implica necesariamente entrenamiento, esfuerzo y, sobre todo, saber reparar. Nos vamos a equivocar y el error es parte del aprendizaje para cada uno de nosotros y también, parte de los objetivos de enseñanza para nuestros hijos.

El primer paso es darse cuenta para cambiar la mirada hacia el otro. La conducta no explica todo, es la parte visible del iceberg. El ser humano necesita cubrir sus necesidades de pertenencia y significancia, sentirse que forma parte del grupo y que es importante. Para ello pone en marcha todas aquellas estrategias que considera necesarias según sus creencias, habilidades y desarrollo socio-emocional. Cuando hablamos de los niños es preciso tener en cuenta su nivel de desarrollo y su capacidad para cubrir dichas necesidades, ya que si sólo atendemos a lo que hacen nos estaremos perdiendo gran parte de la ecuación y no dispondremos de toda la información para poder educar adecuadamente.

Formarse es preciso, más ahora que no tenemos referencias sobre modelos respetuosos. Una muy buena opción es hacerlo sobre los principios de la Disciplina Positiva.

Un ámbito importante en la educación de nuestros hijos es la sexualidad, aspecto que tiene un peso muy transcendente en su vida y, sin embargo, genera un gran conflicto en los adultos debido a los propios miedos, las propias creencias, los estereotipos, etc.

La sexualidad es una esfera del ser humano que incluye la capacidad de conocerse y la forma de relacionarse, no solo la genitalidad y el placer o la procreación. Los primeros referentes de los más pequeños en esta faceta y que comienza desde el primer día son generalmente los progenitores.

En este capítulo, la sexóloga Ana Sofía Giraldo nos aclara algunos aspectos que son fundamentales en una correcta educación sexual infantil. Uno de ellos y quizás el primero, es que debemos comenzar por conocernos los adultos en este ámbito para poder acompañar de manera sana a nuestros hijos en su desarrollo emocional y sexual.

La sexualidad humana se ve influenciada por la educación recibida por nuestros padres, pero también por la cultura y por el momento socioeconómico en el que vivamos. La inteligencia artificial e internet son una fuente inabordable de información, mucha de ella no filtrada, y actualmente es el recurso al que recurren los niños y jóvenes para obtener la información que no consiguen en casa o en los centros escolares.

Al mismo tiempo, los cuidadores nos encontramos con otra dificultad: educar en la diversidad no solo de culturas, también de modelos de relación, de identidades de género y de deseo sexual.  Ana nos comenta una serie de claves fundamentales para no perdernos en este abismo que puede llevarnos a los padres a dejar de ser un verdadero apoyo y un referente adecuado.

Se nos quedan en el tintero muchísimas preguntas, si quieres darles respuesta a algunas de ellas puedes seguir a Ana S. Giraldo en redes o en www.pinksecretonline.com     

Nos enfrentamos a un gran reto en este momento: los datos alarmantes sobre ansiedad en nuestra población. No porque sea una problemática de nueva aparición sino más bien por la prevalencia tan alta y, sobre todo, por la incidencia cada vez mayor en niños y jóvenes.

La doctora en psicología y escritora Silvia Álava Sordo nos aclara en este capítulo cuáles son las claves para ponernos en alerta si nuestros hijos comienzan a presentar signos que nos hagan pensar en un cuadro de ansiedad. Nos muestra con suma claridad la diferencia entre situaciones que se pueden considerar normales (no patológicas) de aquellas que ya necesitan una ayuda por parte de profesionales de la salud mental, además de insistir en aquellos aspectos que previenen y protegen a la población infantojuvenil de sufrir un problema de ansiedad.

Una vez más, como se hace referencia en otros episodios, unos adultos sanos, conscientes y responsables, facilitan que los niños y jóvenes que dependen de ellos tengan menos probabilidades de sufrir situaciones de este tipo y, en caso de tenerlas, también cuentan con apoyo antes de que cristalice como trastorno.

A nadie se le escapa que la sociedad que estamos construyendo no ayuda mucho en el crecimiento y desarrollo sano de los menores. A pesar de poner cada vez más la atención en la protección a la infancia, los resultados no son muy alentadores. Aún así, la Dra. Álava nos da alguna pista de cómo podemos minimizar estos efectos en nuestra familia.

Tenemos por tanto la responsabilidad de cuidarnos y de cuidarlos, un reto que se impone cada vez más.

“Todo comienza por querer hacer las cosas bien, por inocencia, por querer definirme”. ¿Quién no quiere esto en algún momento de su vida? Sin embargo, puede ser la posición de salida hacia una guerra con uno mismo llena de sufrimiento propio y de los que nos rodean.

Inés, una joven alegre que en un momento determinado de su adolescencia conecta con su deseo de ajustarse a los cánones de belleza y que, debido a diversas circunstancias tanto personales como de su entorno, se ve atrapada de forma progresiva y sutil en un trastorno de la conducta alimentaria (TCA).

En este capítulo nos cuenta su experiencia desde la perspectiva que da el haber transitado por todo el proceso y poder decir, sin ninguna certeza por supuesto, que ha dejado atrás el trastorno y que dispone de más herramientas para prevenir nuevos episodios y para avanzar en su camino de autoconocimiento y desarrollo personal.

Impresiona escucharla decir que ha dedicado parte de su vida a la anorexia, a esa obsesión que la encarcelaba con la falsa creencia que en algún momento llegaría a su destino, algo que nunca llega o, al menos, no de la manera que en la que uno se convence. Las batallas acaban deteriorando a la propia persona que lo sufre y a su entorno, convirtiendo a todos aquellos que pretenden ayudar en enemigos y de los que hay que protegerse.

El tratamiento con profesionales expertos en el trastorno es fundamental, pero incluso para que éste funcione, es preciso que uno mismo sienta que no puede más, se canse de estar mal, según las palabras de Inés. “¿Qué pasaría si les hago caso?” dice ella. “El verdadero tratamiento no comienza con el primer contacto con los profesionales”.

El papel de los padres es fundamental y, probablemente uno de los más complicados, por el sufrimiento que genera y lo deteriorada que puede llegar a estar ya la relación. Al mismo tiempo, son estas figuras de referencia los pilares que deben mantenerse en pie para sostener una estructura que se derrumba día a día.

GRACIAS Inés por compartir tu experiencia de la manera tan coherente y prudente a la vez, estoy convencido que puede ayudar a muchas personas que se encuentren en este delicado proceso, tanto dentro de él como acompañando a alguien que lo sufra.

Ya llevamos muchos episodios hablando de la importancia que tiene el autoconocimiento en el papel que desarrollamos como madres y padres. En este capítulo entramos de lleno en este aspecto.

El eneagrama de la personalidad es una herramienta que nos permite conocer nuestra tendencia de pensamiento y de comportamiento, especialmente cuando estamos en situaciones de estrés o malestar. Tenemos la falsa creencia de que nos conocemos a nosotros mismos, pero eso es tan cierto como que nuestros hijos e hijas siempre van a responder como nos gustaría.

El eneagrama de la personalidad establece nueve eneatipos o rasgos distintivos en los que podemos identificarnos todas las personas. Cada uno de esos eneatipos tiene un forma particular de actuar y desenvolverse en el día a día, pero no sólo nos ayuda a conocernos sino que nos abre la puerta a cambiar aquellos aspectos que nos generan dificultades en nuestra relación con la vida. Es mucho más complejo que esto, por supuesto, pero Cristina Moreno nos explica de manera muy sencilla cuáles son los senderos por los que podemos iniciar nuestro viaje de autoconocimiento a través de esta potentísima herramienta.

¿Qué más desea una madre o un padre que lo mejor para su hijo? Por ese mismo motivo, considero que es un regalazo el poder ofrecer a nuestros hijos unos padres conscientes, un modelo despierto para desenvolverse en las dificultades que inexorablemente nos vamos a encontrar en el camino y, no menos importante, unos padres y madres que entiendan las diferencias que aparecen en cada uno de sus hijos y que les permite aceptarlos y acompañarlos en su propio proceso de desarrollo y crecimiento.

Cristina Moreno, periodista y terapéuta Gestáltica dirige el programa de radio “Las 9 puertas del Eneagrama”, un espacio en el que con la compañía de grandes referentes del eneagrama, nos ayudan poco a poco a conocer esta herramienta y a profundizar en su contenido.

“Date prisa que tenemos que ir al cole”, “Venga, no te entretengas que llegamos tarde”, “Corre, que no tengo tiempo” … son ejemplos cotidianos que traducen la velocidad que llevamos a diario. Y en muchas ocasiones somos conscientes del efecto negativo que ese estilo de vida provoca en cada uno de los miembros de la familia, así como en la relación entre ellos, pero ¿cuántos de nosotros decidimos tomar alguna decisión encaminada a cambiar esa situación y bajar el ritmo? Pocos, muy pocos. Luego nos contamos que tenemos muchos compromisos, que es necesario hacer tantas cosas, que los niños tienen que acudir a sus actividades y un largo etcétera que sólo nos creemos nosotros.

Carl Honoré, autor del best seller “Elogio a la lentitud”, nos cuenta qué es vivir de una manera Slow. Comienza aclarando que vivir una vida Slow no es hacer todo lento, ni muchísimo menos, sino tratar de vivir cada momento con su tiempo justo, y eso también por supuesto cuando hablamos de la relación con nuestros hijos: El papel de ser padre está basado en “la lentitud”, afirma.

Continúa diciendo que llegamos al oficio de ser padres con una mentalidad muy de trabajo. La parentalidad debe ser al revés, es un viaje de descubrimiento con la presencia, la calma y la tranquilidad.

No sale gratis vivir a un ritmo acelerado, son muchas las consecuencias de la “adicción a la prisa”, es muy claro al respecto: La prisa es egoísta. Cuando estás en modo turbo no te da tiempo de pensar en los demás, estás obsesionado con tu lista de quehaceres, tu modelo de éxito. Te vuelves menos solidario, no conectas. Un mundo más Slow es más sano, sostenible y solidario.

Pero no sólo nos habla de las consecuencias negativas de vivir muy rápido. Carl nos da varios consejos para, en un primer momento ser capaces de darnos cuenta de nuestra dinámica de vida, para poder después comenzar a modificar ciertos hábitos, rutinas y agendas para encaminarnos hacia un estilo de vida mucho más orgánico y humano.

En un mundo adicto a la velocidad, la lentitud es un superpoder. Este es su lema y nos invita a abrazarnos a él.

Te invito a escuchar este episodio de manera Slow, siéntate, dedícate esta hora para ti, no hay prisa, disfrútalo.

A nadie le sorprende si digo que cada vez es más frecuente ver conductas violentas en la sociedad, también en las personas jóvenes y adolescentes. ¿A quién no le preocupa un problema como este? Pero para abordarlo es necesario conocerlo en profundidad y para ello cuento en este episodio con uno de los profesionales que más tiempo lleva trabajando sobre este aspecto, él es Javier Urra. Javier es doctor en psicología y en ciencias de la salud, fue el primer Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, ha trabajado muchos años en Fiscalía de Menores y como profesor en la Universidad Complutense de Madrid.

Javier nos explica claramente a qué nos referimos cuando hablamos de violencia y lo que la diferencia de la agresividad, también nos da muchas pistas sobre cuáles son aquellas variables que más influyen en que un joven o adolescente se muestre violento y el papel que juegan los adultos de referencia que le acompañan en su desarrollo.

No es fácil hoy educar, ya lo he comentado en muchas ocasiones, tampoco lo es ser hijo o hija y una de esas dificultades es la propia dinámica de relación que hemos establecido en nuestra sociedad en el momento actual. Se constata que cada vez somos más individualistas y dedicamos menos tiempos a compartir experiencias con nuestro entorno, alejamos a nuestros hijos del sufrimiento de los demás, ya sean otros niños o abuelos con dificultades, parece que dedicamos muy poco tiempo y esfuerzo en fomentar la empatía en nuestros vástagos y una consecuencia devastadora de esta actitud es la violencia hacia los demás, incluso hacia sus propios progenitores y hacia ellos mismos.

El joven o adolescente también sufre mucho cuando está inmerso en este tipo de conductas, ha crecido en entornos violentos, ha sentido el abandono o la falta de cariño por parte de sus padres o, por el contrario, nunca se ha encontrado con una negativa y ha disfrutado de todos los privilegios sin sentir la frustración propia de la adversidad. En cualquier caso, ha crecido sin límites, sin normas y/o sin cariño.

Una vez más, de nada sirve culpabilizar a los padres y madres, tampoco a los chavales, es cuestión de hacernos cargo, desde la responsabilidad, de una problemática cada vez más frecuente y con un coste mayor.

La aparición y generalización de las pantallas ha provocado cambios significativos en nuestras vidas. A día de hoy no concebimos nuestra forma de relacionarnos con el entorno sin la tecnología. Como cualquier cambio importante, este se mantiene y se desarrolla porque aporta beneficios a la sociedad, bien porque nos haga la vida más cómoda, bien porque agilice ciertos procesos o porque nos permita relacionarnos con personas que de otra manera se hace mucho más complejo. Pero no podemos desmerecer los efectos negativos que traen aparejados, muchos de ellos no los identificamos claramente hasta que convivimos con ello un tiempo prudencial.

Esto ha ocurrido con el desarrollo de internet y, sobre todo, la versión 2.0 en la que se ha democratizado su uso a través de las redes sociales y ante la posibilidad de que cualquier usuario pueda compartir información con el resto del mundo.

Cuando llevamos este aspecto a la educación, observamos cómo nuestros hijos han integrado los dispositivos tecnológicos para la mayoría de las actividades que desarrollan a lo largo del día, los estudios, la búsqueda de información en general, las relaciones interpersonales, el ocio, el consumo, etc. y eso implica unos nuevos retos a sus padres.

En este episodio analizamos junto a Camino López, experta en TIC´s, tanto los aspectos positivos como aquellos no tan beneficiosos que conlleva el uso de las pantallas por parte de los hijos y también de los adultos que los rodean. Hablamos de conceptos nuevos como “chupete digital” o “huérfano digital”, debatimos sobre las oportunidades que les ofrecen a unos y otros el uso de estas herramientas y entramos un poco más en profundidad sobre las consecuencias perniciosas que tiene el uso abusivo o imprudente del mundo on line.

No hay marcha atrás y las madres y padres debemos actualizarnos poco a poco para poder proteger a nuestros hijos en este entorno, al igual que lo hacemos en el mundo físico. Aparecen nuevos riesgos y también retos educativos que la mayoría desconocemos porque nacimos en una época en la que no existía nada de esto. En muchas ocasiones el miedo que sentimos nos alienta a intentar controlar y prohibir muchas de sus conductas sin ser conscientes de que también provocamos un efecto negativo tanto en ellos como en nuestra relación con nuestros hijos.

Necesitamos información veraz, también asesoramiento con evidencia científica para disponer de buenas herramientas educativas que nos permita minimizar el riesgo de sufrir cualquiera de los efectos que Camino nos describe y, por supuesto, aprovechar la oportunidad que el avance tecnológico nos brinda para mejorar nuestra calidad de vida y la relación con nuestra familia.

La muerte de un hijo se considera uno de los duelos más complejos y largos de elaborar, incluso podemos decir que es un duelo que dura el resto de la vida de los padres. Si, además la causa de la muerte es por suicidio, el proceso se complica considerablemente debido, entre otras cosas, al sentimiento de culpa que atormenta a los supervivientes y al estigma social que aún hoy sigue existiendo en torno al suicidio.

En este episodio, José Carlos Soto, padre de Ariadna, una adolescente con un futuro prometedor y que hace unos años decidió suicidarse, nos cuenta su experiencia tras la trágica muerte. Hoy se dedica en cuerpo y alma a reivindicar la visibilidad del suicidio, se considera un activista y está implicado en grupos de ayuda, en formación y divulgación sobre el tema.

José Carlos nos señala algunos aspectos que nos pueden hacer sospechar que un joven o un adolescente puede estar pensando en suicidarse y nos facilita algunas indicaciones importantes para acompañarlos y ayudarlos. Destaca la importancia en la comunicación con nuestros hijos, en la escucha sin prisa y con verdadero interés y, especialmente, el trascender al miedo a preguntar sobre el tema, él mismo dice: “Preguntemos; hija, ¿has pensado en quitarte la vida?”. Es posible que salvemos una vida, yo añado que la de los supervivientes también.

Nos explica también con la serenidad que da el trabajo personal a través de la terapia y acompañamiento en los grupos de ayuda, cómo ha sido el camino de su mujer y de él mismo hasta el día de hoy, las necesidades de los supervivientes en cada momento y el efecto que provoca en las personas que los rodean cuando éstas no saben cómo actuar ante el doliente.

Un episodio emotivo y real, sin “adornos” ni victimismo que pretende hacer visible una realidad que parece que no queremos que se muestre. Despertemos YA. Nuestros jóvenes (y no tan jóvenes) se están suicidando y el dolor es aterrador, todos tenemos una responsabilidad es esto.

Gracias José Carlos, mi agradecimiento de corazón y mi admiración por tu decisión de agarrarte a la vida y ayudar a tanta gente. Este episodio se lo quiero dedicar a todos y todas las Ariadnas y a todos los supervivientes del suicidio.

Un proceso de separación nunca es una tarea sencilla. Cuando llegamos a tomar la decisión de separarnos ya contamos en nuestra experiencia con un largo periodo de conflicto no resuelto y de sufrimiento para ambos. Llegado a este punto, el dolor, el resentimiento, la culpa y otros muchos sentimientos no nos ponen fácil la toma de decisiones.

Desde luego, cada caso es único y cada pareja tiene su propia idiosincrasia, aún así podemos afirmar que un proceso de separación y/o divorcio se complica bastante más si la pareja tiene hijos. Todos los padres y madres quieren lo mejor para ellos y desean que este trance sea lo menos traumático para sus hijos. Eso nadie lo discute, pero al mismo tiempo, vemos diariamente parejas que mantienen el conflicto durante periodos larguísimos de tiempo en el que el impacto emocional que provoca en los niños puede llegar a provocar una herida difícil de sanar.

En este episodio hablamos con dos profesionales con amplísima experiencia en derecho de familia, Paula Aller y Ángela de Miguel, ambas abogadas que forman parte del equipo de Objetivo Familia, un proyecto interdisciplinar en el que acompañan a familias en esta situación para que el proceso se convierta en una oportunidad para mejorar la situación de todos sus componentes. La pareja se rompe, la familia no, este es su lema pensando siempre en el bienestar y el cuidado de los hijos.

Puede parecer utópico, incluso imposible dirán algunos, pero está claro que el camino mejor en el caso de una separación es el entendimiento, el acuerdo y el respeto hacia todos los miembros de la familia.

Es difícil concebir un mundo sin música. Crecemos rodeado de música, distintas canciones, distintos estilos para cada momento, incluso para cada estado emocional. Desde hace años se habla de los beneficios de la música en los niños, tanto es así que hasta ponemos ciertas piezas o determinados autores a los fetos en desarrollo.

Cuando nacen seguimos estimulando a nuestros hijos e hijas con la música, desde nanas para dormir hasta cursos para bebés. Llega un momento en el desarrollo en el que queremos ir un poquito más allá, queremos que nuestros hijos tengan un contacto más directo con la música y comiencen a acercarse a los instrumentos y a la educación musical.

Hoy están los conservatorios de música llenos de niños y niñas que entran y salen con sus instrumentos a la espalda. Padres y madres orgullosos de cómo sus retoños hacen sus pinitos en el mundo de la música. A nadie se le escapa que todo esto tiene unos beneficios notables, disciplina y esfuerzo, compromiso, relación con otros y, por supuesto, un nuevo lenguaje con el que comunicarse. Pero, ¿la educación musical en los conservatorios tiene también algún efecto negativo?

En este episodio cuento con la compañía de dos grandes profesionales de la música, Victoria López, musicóloga, violonchelista profesional y profesora en el conservatorio de música de Mieres en el grado elemental y Chus Vega, saxofonista profesional y psicólogo experto en ansiedad escénica. Ambos nos cuentan sus experiencias y opiniones sobre la formación musical actual en los conservatorios. Identifican aquellos aspectos que marcan la diferencia entre que a nuestros hijos les guste la música y que disfruten de ella y, como parece que cada vez es más frecuente, terminen por rechazar hasta el instrumento por el efecto de la autoexigencia, el perfeccionismo o el temor a fallar.

La responsabilidad es compartida entre los padres/madres y los profesores, al igual que ocurre con otras disciplinas, pero la música cuenta con una serie de variables que la hacen particular, el estudio en soledad, las características de la metodología en nuestro país, la cultura de valorar la calidad a través del resultado, etc.

Ambos están de acuerdo en que lo más importante es el disfrute, esa es la intención de la música, luego vendrá la técnica, el perfeccionamiento, e incluso, la exigencia propia de una prueba, pero sin disfrutar del proceso no hay una buena educación musical.

Mucho se ha hablado de los estilos de apego y el efecto que tienen tanto en el grado de independencia como en la autoestima de nuestros hijos e hijas, pero quizá no se ha hablado tanto o, siento que es preciso insistir, en la responsabilidad que tenemos las madres y padres en el tipo de apego que se da en nuestros hijos.

Según Rafa Guerrero, existen varios tipos de apego: el apego seguro y distintos tipos de apegos inseguros, entre estos distingue entre el apego evitativo, el ansioso-ambivalente y el desorientado.

El apego seguro es aquel en el que se produce de manera habitual un equilibrio flexible entre el nivel de protección que ejercemos sobre nuestros hijos y el grado de autonomía que fomentamos en ellos a lo largo de su desarrollo. Sin embargo, cuando existe un desequilibrio en esta relación entre protección y autonomía, es más probable que se establezca un apego inseguro. Si lo que existe es un referente que protege muy poco a sus hijos, que no es sensible a la emocionalidad del niño y le da demasiada libertad es fácil que se establezca un estilo de apego evitativo, mientras que si por el contrario, se le sobreprotege y no se le permite que desarrolle su propia autonomía, el apego que se establecerá será un apego ansioso-ambivalente.  En el caso en el que la madre o padre no cubra sus necesidades tanto de protección como de autonomía y que incluso, se conviertan en las personas tanto que le dan seguridad (o así debiera) como el que le provoca miedo o inseguridad a la vez, el tipo de apego que se establecerá será el desorientado, apego que produce mucho sufrimiento y daño emocional a lo largo de su vida.

Es importante conocer cómo debemos relacionarnos los padres y madres con nuestros hijos pues vemos la responsabilidad que tenemos en el tipo de apego que establecen con nosotros. Y, como destaca Rafa, es preciso insistir y divulgar lo que significan los buenos tratos a la infancia para que el apego seguro sea el predominante y, generación tras generación, construyamos una sociedad emocionalmente más sana.

Qué importante es nuestra identidad. Si nos preguntamos quienes somos, generalmente nos solemos definir por aquello que hacemos, nuestra profesión o incluso nuestra condición de padre o madre, pareja o hijo e hija, pero ¿realmente es eso nuestra identidad?

En este episodio, Catalina Goerke nos propone una reflexión muy interesante al respecto de nuestra identidad, sobre todo cuando nos definimos como madre o padre. Pareciera que debemos cumplir con los mandatos que la sociedad, la cultura, en última instancia las personas que nos acompañan desde que éramos pequeños, que nos han alimentado con creencias sobre lo que significa ser padre o madre y por lo que nos debemos regir para cumplir con ese rol. Catalina nos dice que en el momento en el que llega tu bebé, no es una condición suficiente como para deshacernos de nuestra identidad como personas, no es sano ni tampoco lo mejor para nuestros hijos ya que confundimos sacrificio con amor y responsabilidad con cariño y este sesgo es la fuente de mucho sufrimiento y dependencia.

La verdadera función que tenemos los progenitores es enseñarles a nuestros hijos que ellos son válidos por lo que son, no por lo que se espera de ellos o el modelo que cada momento histórico defina como referente. Para ello, debemos ser honestos y mostrarnos auténticos ante ellos. No debe convertirse en una labor que genere una deuda con nuestros hijos, ellos deben crecer teniendo claro que son personas válidas tales como son.

Pareciera que asumir ese rol cumple una función, la de separarnos de nosotros mismos por el miedo que tenemos a escucharnos. Ese es el comienzo, darnos cuenta que estamos huyendo del malestar que nos provoca y al mismo tiempo sufrimos las consecuencias de la falta de honestidad.

El objetivo por tanto, según nuestra invitada, es el de transmitirle a nuestros hijos la valentía para que elijan tener una vida interesante y para ello, tienen que ver que cada uno de nosotros también elegimos vivir una vida interesante.

¿Realmente sabemos cómo funciona nuestro cerebro? Existen teorías milenarias que nos hablan de los pensamientos como una propuesta de nuestro cerebro que tienen la capacidad de generar en cada uno de nosotros una emoción, y que su función última es servirnos como referencia para vivir el momento presente. De la misma manera, nos hablan de que tenemos la capacidad el ser humano (Homo Sapiens Sapiens) de ser consciente de aquello que sentimos y valorar si realmente nos es útil y nos ayuda para conducirnos en cada momento de nuestra vida. Teorías y disciplinas como el budismo, el taoísmo, el hinduismo o el estoicismo ya abordaban esta cuestión, sin embargo, no hemos integrado ese conocimiento 2500 años después.

Hoy, la neurociencia y todos los avances tecnológicos permiten investigar todo este conocimiento en un laboratorio y curiosamente, los resultados amparan gran parte de lo expuesto por aquellos pensadores.

Uno de los equipos referentes en España que se dedican a investigar el funcionamiento del cerebro es el equipo dirigido por David del Rosario, ingeniero de telecomunicaciones, experto en biomedicina y autor de libros como “El libro que tu cerebro no quiere leer” o “Biología del presente” en compañía de Sergi Torres. En este episodio cuento con el honor de poder charlar con David para que nos cuente los últimos resultados obtenidos por su equipo en relación al funcionamiento de nuestro cerebro y cómo eso nos puede ayudar a las madres y padres de alto rendimiento a seguir entrenando en nuestra tarea de crianza.

Nos explica de manera muy fácil y comprensible cómo nuestro cerebro pretende servirnos en nuestra relación con los demás y con el entorno, aunque no hemos terminado de entender realmente su propio mecanismo, eso hace que, siguiendo sus palabras, sea necesario darle la vuelta a la tortilla porque se nos está quemando por un lado y está cruda por el otro.

Insiste en la importancia de vivir cada una de las experiencias con nuestros hijos, sintiendo y atendiendo a nuestras emociones y no tanto pensándolas. Al mismo tiempo nos describe cómo solemos educar desde emociones desagradables como el miedo en lugar de conectar con la confianza. Todo esto y mucho más puede escuchar en la entrevista completa con David del Rosario en este capítulo.

Es bastante frecuente encontrar a madres y padres que hablan de sus hijos como personas de alta sensibilidad. La pregunta que nos hacemos en este capítulo es, ¿realmente existe la alta sensibilidad y por tanto personas con estas características? Y, en la misma línea, ¿qué características de las PAS realmente tienen evidencia científica? Para contestar a éstas y otras muchas preguntas, nos acompaña Jaqueline Madeira, doctora en psicología, experta en Alta Sensibilidad y madre de una hija con este rasgo.

Lo primero que nos deja claro es que el nombre que se utiliza en el contexto científico es distinto, en ese entorno se dirigen al rasgo como alta sensibilidad en el procesamiento sensorial. Esta nomenclatura hace referencia a la característica fundamental sobre el que se sustenta, no sólo el rasgo sino también toda la investigación, que es el procesamiento de todo aquello que percibimos.

Para que una persona se pueda considerar con alta sensibilidad en el procesamiento sensorial, debe presentar cuatro características, estas son: una alta capacidad de reflexión desde muy pequeños, la sobreestimulación que los lleva al agotamiento en muchas ocasiones, una alta capacidad empática con una alta emocionalidad y una alta capacidad de observar detalles. Todas estas características vienen determinadas por la alta capacidad que tienen de manera innata para el procesamiento de la información, información que no es únicamente recibida a través de las funciones cognitivas, sino también desde sus sentidos, su cuerpo y su cerebro emocional.

Nos deja muy claro que no se trata de un trastorno y que las personas que cuentan con este rasgo no deben ser necesariamente ayudados por profesionales de la salud mental, aunque sí nos reconoce que son personas más vulnerables debido a sus características, sobre todo si el entorno próximo, progenitores, familiares y maestros no son sensibles y no entienden los fundamentos de su conducta.

A lo largo de la entrevista, Jaqueline nos explica cuáles son las conductas más frecuentes de estos niños y niñas, así como las recomendaciones que deben tener en cuenta los padres y madres de un niño con este rasgo. Nos quedamos con su última reflexión en la que reconoce que la sociedad actual deberíamos mirar mucho más a través de los ojos de las personas con alta sensibilidad en el procesamiento sensorial de lo que lo hacemos.

La comunicación con nuestros hijos o con el resto de personas con las que nos relacionamos suele estar sembrada de aspectos violentos. Quizás nos sorprende esta afirmación porque entendemos que la violencia se expresa únicamente a través de los insultos, las agresiones, las amenazas o la intimidación a través de la fuerza. Exactamente, eso también lo es, pero Marshall Rosenberg puso su foco de atención en la comunicación que nos ayuda a conectar con el otro, por tanto, todo aquello que no nos ayuda a conectar podríamos decir que es violento. En este sentido, el juicio y la exigencia provoca una falta de conexión o, al menos, no nos ayuda a conectar con la otra persona con la que nos comunicamos.

Las madres y los padres, sin ser conscientes en muchas ocasiones de ello, utilizamos patrones comunicativos que nos alejan de la conexión emocional con nuestros hijos. En esos casos, obtenemos respuestas que no deseamos e incluso, reaccionamos desde emociones desagradables cuando eso ocurre, agravando irremediablemente el tono violento de nuestra comunicación.

En este episodio hablamos de los principios de la comunicación no violenta y de los efectos que provoca en la relación con nuestros hijos, de la mano de Marta Serrano y Chavi Nieto, pareja, padres de trillizas y colaboradores de Pilar de la Torre en el Instituto de Comunicación No Violenta. Nos presentan de manera práctica y sencilla cómo integrar el modelo descrito por Rosenberg en nuestra familia atendiendo a aspectos concretos y cotidianos.

El mindfulness es una capacidad del ser humano, ya nacemos con ella. Se traduce como consciencia plena y, como nos dice mi invitado en este episodio, es estar a lo que se celebra. Pasamos mucho tiempo en modo automático, dejando que la atención se dirija a aquello que la atraiga en cada momento y eso es muy útil en muchas ocasiones, porque nos libera recursos para poder dedicarlos a otras tareas. Lo que ocurre es que solemos pasar demasiado tiempo en ese modo automático y muy poco prestando atención al aquí y al ahora.

¿Qué efectos tiene el no ser consciente del presente? Lolo Mántaras lo tiene muy claro, nos resta libertad y nos coloca a merced del impulso.

Una madre o un padre que vive sin consciencia del presente, responderá a sus hijos desde la emoción que le provoque la situación y probablemente con estrategias o acciones preestablecidas o aprendidas, aunque las consecuencias no sean las deseadas. Una madre o un padre que ha entrenado su capacidad de darse cuenta, se enfadará igual, se equivocará también, pero será capaz de valorar la situación y aprender de ella.

Son muchos los efectos positivos de entrenar mindfulness como nos explica Lolo y existen muchas maneras de hacerlo, cada persona puede llevarlo a cabo eligiendo lo que más se adapta a su situación personal. Cuando lo llevamos al hogar, el beneficio es de toda la familia.

Hoy contamos con dos enemigos del bienestar, la prisa y la ignorancia. Ambos aspectos juegan un papel perverso en las familias y en los hogares. Dificultan el desarrollo de un vínculo fuerte y sano con nuestros hijos y a su vez, alimenta la falta de consciencia y la impulsividad. Es preciso parar, conectar con nuestra intención e ir caminando en ese proceso de cambio adquiriendo no solo estrategias educativas sino también la capacidad de sostener la incomodidad que aparece en cada momento.

Lolo tiene dos pilares en los que sustenta su trabajo y su vida: la amabilidad y el cariño. No te pierdas este capítulo lleno de sabiduría para descubrir cómo los cultiva.

Que el deporte es bueno para nuestros hijos es algo que pocos padres y madres discuten. La actividad física permite ganar resistencia, tono muscular, flexibilidad y coordinación. También es un buen protector frente al sobrepeso y la obesidad y, por supuesto, juega un papel importante en la regulación emocional y del estado de ánimo.

Queremos que nuestros hijos e hijas practiquen algún tipo de deporte que les guste y que tengan ciertas aptitudes para ello, pero quizás no tenemos tanto en cuenta a las personas que forman parte de esos equipos, clubs o grupos deportivos.

Arturo Martínez Noval, ex jugador profesional de fútbol y actual director de Be You, Be Different nos cuenta cómo, desde su propia experiencia vital, ha visto la oportunidad que surge de trabajar con los niños y jóvenes aspectos relacionados con el desarrollo personal en los entornos deportivos. Considera que es inseparable el entrenamiento del acompañamiento a los niños y niñas en lo que sienten, lo que piensan y hacen mientras practican su deporte, como vehículo de autoconocimiento, de crecimiento personal y desarrollo de habilidades de afrontamiento ante las distintas adversidades.

El deporte se convierte así en una oportunidad y un vehículo para facilitar estrategias a los niños y niñas, que van a necesitar a lo largo de su vida al margen incluso de la actividad deportiva. Y en la misma línea, es un recurso maravilloso con el que contamos los padres y madres para que colaboren con nosotros en la tarea de crianza y educación de nuestros hijos.

El cerebro del adolescente es diferente al del adulto. Esta afirmación parece obvia, sin embargo, la relación entre los hijos adolescentes y los padres puede convertirse en un conflicto permanente si no entendemos y conocemos mínimamente esas diferencias.

Catalina Hoffmann nos explica de manera muy práctica y sencilla las razones por las cuales los adolescentes muestran esos cambios a nivel cognitivo, emocional y conductual, y nos proporciona varias estrategias y herramientas que podemos poner en práctica desde hoy mismo pera mejorar nuestra relación con nuestros hijos e hijas y para encontrarnos mucho mejor.

Catalina se reconoce como entrenadora del cerebro y ha desarrollado su programa de Neurofitness aportando un plan de entrenamiento diario para mejorar aquellos aspectos que nos cuesta más o en los que tenemos mayores dificultades. Puedes seguirla en el Club Neurofitness.

El suicidio es una realidad que quizás, por creencias erróneas, no se hable mucho de ella, aunque en la actualidad es la primera causa de muerte en adolescentes. En este capítulo, entramos de lleno en el suicidio en los adolescentes y jóvenes hablando con Roberto Aguado, psicólogo clínico y autor de la teoría de Vinculación Emocional Consciente (V.E.C.).

La información no mata, este es el primer mito que desmonta Roberto al comienzo del capítulo. Una persona que ha decidido suicidarse no se ve más impulsada a llevarlo a cabo por el hecho de que los de alrededor hablen del suicidio y, sin embargo, sí puede salvarle la vida.

Seguimos hablando de los factores que predisponen a un ser humano a decidir suicidarse, estos son: la genética, el rechazo y abusos, la soledad y las adicciones, en especial el alcoholismo. De igual manera, existen factores protectores que hacen que disminuya la probabilidad de que alguien cometa un acto suicida, el más importante es la FAMILIA.

Roberto nos habla de la responsabilidad que tenemos las madres y padres en la crianza de nuestros hijos, preparándolos para enfrentarse a aquellas situaciones incómodas o desagradables que la vida nos pone delante. Es nuestro trabajo el educar en el esfuerzo, aceptando que no todo es como nos gustaría y, sobre todo que, ante una dificultad, una pérdida, un fracaso, siempre hay un camino a seguir.

Los adultos que estamos alrededor de los menores debemos estar alerta ante signos que nos hagan sospechar, dudar o preocuparnos por la situación de ese adolescente o joven y, la mejor ayuda es buscar un profesional que le evalúe y le acompañe en su camino de recuperación.

Por último, Roberto nos desvela un secreto, el resultado de sus últimas investigaciones en relación al suicidio: el cerebro Tipo III. Algo sorprendente y revelador.

La pareja es un sistema inseparable del sistema familiar cuando tenemos hijos, aunque pareciera que cuando nos convertimos en padres o madres, nuestra relación de pareja pasa a un segundo plano. En ese momento las prioridades se modifican, los hijos y sus necesidades absorben nuestra atención y nuestro tiempo y además justificamos estas decisiones cotidianas como una responsabilidad propia del momento y de nuestra condición de madre o padre.

Pero, ¿qué ocurre con la pareja? No es infrecuente oír a muchas parejas hablar de la distancia que los separa, de sus deseos de retomar aquel vínculo o incluso el tipo de relación que mantenían antes de la aparición de los hijos. Pues es posible acercarse de nuevo y retomar esa anhelada relación, por supuesto que sí.

Carmen Fernández Rivas nos explica en este capítulo cómo podemos hacerlo, cuales son las características fundamentales de una pareja que me he tomado la licencia de bautizarla como Pareja de Alto Rendimiento y, sobre todo, nos cuenta qué efectos tiene nuestra dinámica de pareja en nuestros hijos e hijas.

Como padres, cada uno de nosotros somos referentes para nuestros hijos, ocurre lo mismo con la pareja, es un referente para ellos. Cuando nuestra dinámica de pareja es sana, no sólo tiene un efecto protector para la familia, sino que ellos aprenden una forma de relacionarse respetuosa y amorosa. Sin embargo, cuando esa dinámica es disruptiva y con malos hábitos de relación, los efectos en los hijos son muy perjudiciales. Consecuencias que nos describe Carmen detalladamente.

La pareja es compromiso, es tiempo, es autoconocimiento, es misión y equipo, es aceptación, es amor. Y todo eso es preciso trabajarlo y entrenarlo exactamente igual que nuestra labor de madres y padres.

Cuando hablamos del talento de nuestros hijos e hijas, pensamos en aquellas habilidades que les hacen destacar ante los demás, ya sea en disciplinas artísticas, deportivas o académicas. Pero, ¿realmente es eso el talento? Incluso, ¿podemos decir que sólo tienen un talento? Rotundamente NO.

Podemos observar un cambio importante de paradigma en el mundo de la empresa, pues no sólo es importante la formación del profesional o trabajador, o su experiencia previa en puestos similares, sino que han comenzado a jugar un papel fundamental aquellas características competenciales que se han venido a llamar “blandas”.

La determinación, la capacidad de observar y validar las emociones del otro, la toma de decisiones, el trabajo en grupo, la resolución de conflictos, la conexión con los propios intereses y deseos, la amabilidad y un largo etcétera de cualidades y características que hacen de la persona que ha podido desarrollarlas una gran competidora.

Estamos hablamos de adultos que pretenden introducirse en el mercado de trabajo. Sabemos que han pasado por un periodo de formación específico para su disciplina, incluso una experiencia laboral, y para conseguirlo nadie duda cuáles han tenido que ser los caminos para conseguir esa cualificación, ahora bien, ¿y para desarrollar las demás competencias?

Elena Arnaiz, psicóloga experta en talento y marca personal, lo tiene claro: son los padres y madres los que deben comenzar con ese trabajo. En este capítulo, Elena nos habla de las claves para desarrollar la cultura del talento, de cómo podemos favorecer que nuestros hijos e hijas crezcan siendo conscientes de esas habilidades y que al menos, no empañemos durante la crianza aquello con lo que ya cuentan.

¿Te has sentido culpable alguna vez por lo que has hecho o dicho a tu hijo o hija? Seguro que no te resulta extraña esa sensación, incluso puede ser que reconozcas que es un sufrimiento que va implícito en la condición de madre o padre. Pues te diré que no es así o, al menos, no cuando hablamos de culpa a diferencia de la culpabilización.

En este capítulo comparto con todos vosotros una reflexión para diferenciar la emoción básica de la culpa de la culpabilización. En el caso de la culpa estamos hablando de una emoción y, al igual que en el resto de las emociones, no podemos evitar sentirla, en este caso como respuesta a un daño que podamos haber infringido a otra persona. Esa culpa que nos lleva al arrepentimiento, facilita que intentemos reparar ese daño y conseguir el perdón por parte del otro, incluso de uno mismo. Sin embargo, la culpabilización tiene más que ver con la evocación más o menos frecuente del suceso, que provoca que sintamos esa culpa una y otra vez. En este caso, esa culpabilización esta cargada de victimismo y, en la mayoría de las ocasiones, de una inacción de los progenitores o, peor aún, una condescendencia por parte de estos que los convierte en madres y padres negligentes.

El primer paso para no caer en la culpabilización es el darse cuenta de ello, en este capítulo puedes escuchar varios ejemplos que te pueden ayudar en tu camino de convertirte en una Madre o un Padre de Alto Rendimiento.

Es indiscutible que cada uno tenemos nuestras circunstancias, que rodean nuestro reto como madre o como padre. Sin duda esas circunstancias son personales y son las que facilitan o dificultan el proceso de la crianza y educación de nuestros hijos e hijas y, cuando escuchamos a profesionales o expertos en ello, tenemos la oportunidad de acceder a información muy útil para guiarnos en nuestro día a día o para prevenir algunas situaciones conflictivas, incluso una orientación en los casos en los que ya exista un verdadero problema en la relación pero, también tenemos la sensación de que es complejo aplicarlo a nuestra realidad o que la teoría dista mucho de la puesta en práctica.

En este capítulo converso con una madre de dos hijas, una persona que, por sus circunstancias, ha tenido que vivir en diferentes países, que actualmente es emprendedora e intenta compaginar su labor de madre con el desarrollo profesional, en fin, una madre cualquiera en una sociedad como la actual. Una madre con miedos a equivocarse, una madre consciente de la responsabilidad que asume siendo el modelo de sus hijas, una madre preocupada por el futuro, una madre que por supuesto quiere hacerlo bien pero no tiene certezas, una madre que siente que hay mucho que depende de ella y que a su vez es consciente de que los límites de su influencia cada vez son más pequeños, una madre… podríamos decir “normal”, una madre cualquiera pero, una madre que ha invertido mucho tiempo y esfuerzo en convertirse en una Madre de Alto Rendimiento.

Continuamos hablando con Tamara Fernández, psicóloga y madre comprometida en llevar la Inteligencia Emocional a todos los espacios en los que haya personas. Nos explica porqué es fundamental para el bienestar personal y relacional el que cada uno tome consciencia y se familiarice con aquellos aspectos que la definen.

En esta segunda parte de la entrevista hablamos del efecto protector que tiene en la salud mental de los niños y las niñas el integrar como familia todos los principios de la inteligencia emocional. No siempre se van a poder evitar situaciones conflictivas o incluso el desarrollo de problemas de salud mental en los menores, pero no hay duda que una madre o un padre con una alta inteligencia emocional estará más preparada para identificarlo antes, para minimizar el efecto o para solicitar la ayuda necesaria.

Las conductas violentas entre los menores y hacia los adultos es otro de los problemas que sentimos como más frecuente en la actualidad. Intentamos identificar algunas causas y cómo las Madres y Padres de Alto Rendimiento pueden prevenir estas respuestas desde la inteligencia emocional.

Disfruta del capítulo y toma nota de todo lo que nos dice Tamara que seguro que te va a ayudar.

Si queremos convertirnos en Madres y Padres de Alto Rendimiento, es muy probable que nos preguntemos por dónde empezar. En este episodio comparto con vosotros la primera parte de la entrevista que hice a Tamara Fernández, psicóloga y madre de alto rendimiento, donde nos da las claves para respondernos a esa pregunta.

Si quieres avanzar en tu proceso de aprendizaje como madre o padre, lo primero es cuestionarte quién eres, conocer tus miedos, tus respuestas emocionales ante las dificultades a las que te tienes que enfrentar en el día a día. Una vez que te paras a reflexionar sobre ti, observarte, escuchar lo que tienen que decir al respecto aquellas personas que comparten tu camino como tu pareja e hijos, el siguiente paso es desarrollar el resto de aspectos que configuran la Inteligencia Emocional, como saber regularse emocionalmente, ser capaz de motivarse, conectar con la empatía y permitirse relacionarse con el resto de personas desde el amor.

Cada madre o padre, nos dice Tamara, lo hace como buenamente puede o sabe y con toda la buena intención del mundo, desde luego. Eso no impide que mejore en sus habilidades parentales. Es preciso y fundamental cuestionarnos qué misión tenemos como progenitores, es decir, para qué somos madres o padres. Para respondernos a esta pregunta es muy importante ser honesta/o con una/o misma/o.

Un episodio lleno de claves imprescindibles que debemos conocer para convertirnos en esas madres y padres que queremos ser, sin duda de Alto Rendimiento. En el siguiente episodio compartiré la segunda parte de la entrevista en la que hablamos de la relación que existe entre la Inteligencia Emocional y la salud mental y la violencia en los menores. No te lo pierdas.

La Marca Familia vendía a ser como ese recipiente que nos alberga a todos los miembros de nuestra familia nuclear. A veces está compuesta por una única persona, otras veces la pareja y, en la mayoría de los casos, los progenitores con sus hijos.

Este recipiente interesa que sea sólido y seguro para que todos los que nos encontremos en él tengamos buenos referentes, sepamos hacia dónde nos dirigimos y, sobre todo, sintamos que pertenecemos a un grupo que nos mejora como individuos.

Lo más importante de la Marca Familia son los valores que la definen. Podemos y debemos tener un nombre, quizás un logo o un eslogan familiar, pero lo que realmente la hace potente es definir cuáles son nuestros valores y principios familiares que rigen nuestro camino.

Habrá momentos en los que el recipiente se agriete, se desgaste o incluso se rompa algún pedacito por las circunstancias vitales o por malas decisiones, pero si tenemos claro cuál es nuestro rumbo podremos atender a ese desperfecto para repararlo y hacerlo más fuerte.

Hoy me acompaña Rebeca de la Torre, mi mujer y la madre de nuestras dos preciosas hijas para hablar de nuestra Marca Familia y cómo nos ha servido hasta ahora en el día a día. Mantente atento/a porque te daremos las claves para que puedas definir tu propia Marca Familia y seguir entrenando para ser una Madre o un Padre de Alto Rendimiento.

En este episodio tengo el honor de entrevistar a Leo Farache, director del proyecto Educar es Todo, anteriormente conocido como Gestionando Hijos. Un proyecto educativo en el que participan decenas de profesionales implicados en la educación desde distintas disciplinas y especialidades, que pretende ayudar y acompañar a madres y padres, profesores y a cualquier persona que tenga relación con aspectos educativos.

En palabras de Leo, todos los temas que nos preocupan a nivel individual y colectivo se solucionan con la educación, las desigualdades, la corrupción, la violencia, el cuidado de nuestro planeta, etc. están atravesados por la educación y debe ser un objetivo que comienza en la primera organización a la que pertenecemos: la familia.

¿Qué aspectos son los que dificultan la comunicación con nuestros hijos? Una pregunta que considero imprescindible para poder reconocer aquellos aspectos de la comunicación que repercuten negativamente en la relación con nuestros hijos y que precisa de nuestra atención para mejorarlas. Leo nos detalla algunos tips que son importantes en este aspecto como la paciencia, la escucha, los prejuicios, la alteridad o la dedicación plena a los asuntos importantes para ellos y ellas.

Otro aspecto también fundamental es la relación bidireccional entre la comunicación y el vínculo con cada uno de nuestros hijos, tanto es así que un buen vínculo facilita la comunicación y unas buenas habilidades comunicativas fortalecen el vínculo.

Todo esto y mucho más puedes encontrar en este capítulo de Madres y Padres de Alto Rendimiento, no te lo pierdas.