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Los evangelios de Mateo y Juan nos dan excelente información respecto de la vida y obra de Juan el Bautista. Es necesario conocer su ministerio para comprender los propósitos divinos mediante este gran profeta.

Jesús conoce tus necesidades y te dice: No llores. El tiene el poder para resucitar todo lo que ha muerto. Jesús tiene el poder para transformar tu tristeza en felicidad como lo hizo con la viuda de Naín.

Se hace evidente que la sanidad del siervo del Centurión no se debió a la fe del siervo ni a las buenas obras del Centurión sino a la soberana voluntad del Señor que siempre le condujo a cumplir su misión en la tierra: Buscar y salvar lo que se había perdido.

La conclusión del famoso sermón del monte de Jesús es una maravillosa ilustración de dos tipos de personas: Unas que oyen la palabra de Dios y obedecen y otras que oyen la palabra de Dios y no obedecen. Jesús menciona dos destinos: Bendición para las primeras y destrucción para las segundas. Escojamos oír y obedecer!

En el corazón de la persona mala hay mentira, rencor y egoísmo, características que le mantienen en obscuridad espiritual. Una persona con estas características no puede guiar a otra u otras personas porque juntos van a tropezar y caer. Caer significaría quedar permanentemente alejados de Dios por la esclavitud al pecado. Solamente Jesús es guía seguro para usted y para mí.

Jesús enseña la importancia del amor, aún a los enemigos;  dar, sin esperar nada a cambio. Todo ello fruto del genuino amor de Dios, de su infinita gracia e inagotable misericordia. Estas virtudes virtudes divinas están disponibles para los nosotros por medio del Espíritu Santo.

Para los que sufren por Cristo hay esperanza temporal y eterna. El hambre, el llanto y todo sufrimiento será transformado en victoria y con Cristo en Gloria. David, el rey de Israel, comprobó en su propia vida que esta es una verdad que se cumple en los siervos de Dios.

Mateo lo recoge como "Bienaventurados los pobres en espíritu; Lucas solamente lo menciona como: "Bienaventurados los pobres," Jesús enseñó que uno de los requisitos para poder ser parte del reino de los cielos es tener una actitud de humildad, de dependencia en Dios y a esto se refiere ser pobre en espíritu. El orgulloso no necesita de Dios, el humilde sí.

Jesús nos enseña que lo primordial en la vida espiritual es nuestra vida de oración. Antes de tomar cualquier tipo de decisión es necesario primero consultarle al Padre o poner en su consideración para ser guiados por Él. Jesús hizo de esta manera para escoger a sus doce apóstoles. La oración no es la última opción en la vida del creyente sino la primera.

Jesús está bajo la mira de los religiosos quienes buscan oportunidades para acusarle de que no cumple la ley. Sucedieron dos veces en día de reposo. La primera, por tomar espigas de trigo, restregarlas y comer en día de reposo. La segunda por sanar a un enfermo en día de reposo. Jesús tiene las respuestas apropiadas: En el primer caso pone el ejemplo de David y sus hombres cuando comieron el pan de la proposición y, en la segunda oportunidad, no le toca al enfermo y solo con una orden verbal le da la sanidad. Magistral.

Jesús, en casa de Leví, está en medio de dos grupos: El grupo de Leví con sus amigos y por otro lado los escribas y fariseos. Este segundo grupo se preocupa de la manera como se comportan los discípulos de Jesús, comiendo y bebiendo, no así, dicen ellos, sus discípulos y los discípulos de Juan el Bautista oran y ayunan. Jesús les enseña que deben aborrecer el pecado pero amar a los pecadores y con parábolas les dice que deben dejar sus viejas tradiciones, las de la ley.

Jesús le llama a Leví para que sea su discípulo y, dejándolo todo, Leví le siguió. Aparentemente Leví no estuvo presente en los milagros que Jesús había hecho hasta ese momento, pero con seguridad había oído la fama de Jesús y ve en Jesús esa luz que le podría sacar de la obscuridad de vida que tenía por su condición laboral mal vista por los judíos.

Jesús demuestra que como Hijo de Dios tuvo potestad para perdonar pecados y dar sanidad a los enfermos. Este es el caso de este hombre paralítico quien no solo recibió la sanidad de su cuerpo sino también sanidad espiritual, sus pecados fueron perdonados. Los religiosos fueron obstáculo para que entrara el paralítico ante Jesús, mas los amigos fueron facilitadores.

Jesús sana un un hombre que tenía su cuerpo totalmente tomado por la lepra, una enfermedad incurable de esa época, pero no solo que le da la sanidad sino que también vuelve a vivir porque se trataba de una enfermedad de muerte. Jesús toca a este hombre y, por supuesto, no se contagia, sin embargo, queda registrada en esta historia la misericordia y la gracia de Jesús. Él, hace de la misma manera con el pecado del hombre (lepra espiritual) concediéndonos sanidad y vida.

Jesús busca a quienes serán sus discípulos para hacerles parte de su reino. Estos hombres, después de constatar un gran milagro a su favor, por medio de Jesús, quedarán seguros que se trata del Hijo de Dios, entonces, deciden dejarlo todo y seguir al Señor. Serán pescadores de hombres.