A Medianoche con Sergio Pantiga

No es un secreto que, como sociedad, tenemos un problema con nuestro enfoque sobre cómo facilitar el aprendizaje y desarrollo de habilidades entre la población adulta.

No se trata de un enfoque incorrecto en cuanto a educación centrada en los más jóvenes —que también lo tenemos, basta extender una consulta entre la comunidad educativa para darse cuenta de que es más grave del que intuíamos— sino que hablamos de personas adultas que ya han superado, mejor o peor, esa etapa.

Siempre coexisten dos caras. En todo. En cualquier proceso, en cualquier lugar y en cualquier situación. Y hoy vengo a hablarte de eso mismo, de dos caras.

En el primer episodio de la primera temporada de este podcast te hablé acerca del compromiso. Te conté algunas cosas sobre cómo yo lo veo y percibo, pero por supuesto no alcanzaban a ser ni una millonésima parte de las que podrían contarse.

Hoy vengo a contarte alguna más.

El arcMBA es un taller intensivo de 4 semanas de duración que tiene la finalidad de mostrar el método ARC® en su totalidad y desde los niveles más básicos, facilitando el aprendizaje, la práctica en comunidad y el inicio de un camino sin retorno para toda persona que participa.

Un compromiso de menos de un mes que facilitará que alcances un nuevo modo de pensar para relacionarte con el mundo que te rodea, con un impacto de incalculable valor en tu vida y trabajo.

¿Cuánto vale qué? ¿Qué merece más tu atención y qué la merece menos? ¿Qué valor das a lo que haces y cuál es el motivo de que hagas cosas que no te aportan? ¿Realmente no te aportan?

Hoy te traigo un episodio fuera de la serie sobre GTD®, pero donde también voy a hablarte sobre GTD®. ¿Y sobre qué en concreto voy a hablarte?

Pues sobre un aspecto que parece que inquieta a muchos usuarios. ¿Es recomendable que utilice etiquetas en el software que utilizo para mis listas GTD®? ¿Realmente son el demonio, supone complicarlo todo, o no? Y cuando termine no te vayas, porque tengo un aviso que puede interesarte.

Llega un episodio más en la serie sobre GTD®, y hoy voy a hablarte sobre el segundo de los pasos que propone, Aclarar.

Todo el mundo teme algo. Lo que no hace todo el mundo es comportarse del mismo modo ante aquello que teme. Hay quien permite que le paralice y quien no lo permite. La mayor parte de las personas viven o han vivido ambas situaciones a lo largo de su vida.

Es difícil empujar a alguien para que afronte sus miedos, cuando sabes que tú mismo, tú misma, has cedido ante él en ocasiones.

Pero es más difícil no hacerlo, porque quien teme necesita saber que le acompañas.

Solemos hacerlo, dejar muchas cosas para más tarde. En ocasiones es conveniente dejar que los asuntos reposen, darles un tiempo para que maduren, reflexionar sobre si ha llegado su momento o aún no lo ha hecho. Pero en muchas ocasiones, no lo postergamos por eso. De hecho, no lo postergamos. Lo eliminamos de un modo que no nos haga sentir mal porque sabemos que no deberíamos eliminarlo. Y también sabemos que no deberíamos postergarlo… pero postergar minimiza nuestra culpabilidad, porque sabemos que aún existe la opción.

Con este episodio inicio una serie sobre los diferentes pasos, hábitos y recursos que GTD® pone a tu disposición. Y qué mejor modo de iniciar la serie que con el primero de los pasos del flujo de trabajo, Capturar.

Hace algunos episodios te hablé sobre qué viene ahora. Si has escuchado ese episodio y sigues mi blog, es probable que puedas hacerte una idea bastante acertada sobre qué es exactamente lo que viene.

Aún así, hoy voy a darte más información. De un modo algo particular… partiendo de una retrospectiva y jugando con algunas ideas que han ido marcando el camino que he seguido.

La semana pasada te hablé sobre tu cliente y esta semana voy a hablarte de nuevo sobre lo mismo. Porque hay poco que inquiete más a una persona que encontrar el modo de conectar con quien necesita lo que puede ofrecer, que sentir que está aquí para algo.

Es tu cliente. No estoy seguro de que lo veas del modo más adecuado, para él y para ti. Se trata de una relación como el resto, en que la actitud y la honestidad juegan un papel fundamental.

Se trata de una pregunta que todo el mundo debería hacerse con mucha frecuencia... ¿Qué va ahora?

Confiésalo. Te incomoda profundamente. En ocasiones llega incluso a paralizarte. El estrés por no saber a dónde ir es una constante que amarga cada paso del camino que se desvela ante ti.

Decía Simon Sinek que es fácil ser honesto. Solamente necesitas decir la verdad. ¿Qué opinas?

En ocasiones, existe algo que sabes que debes hacer, pero no te apetece hacerlo. En otras hay algo que quieres hacer, pero temes afrontar las consecuencias que se produzcan. Lo seguro es permitir que todo siga rodando, sin que apenas se note que estás ahí. Pero si haces eso nada cambia. O sí que cambia, aunque no te des cuenta hasta que sea tarde.

El ruido lo corrompe todo. Hay ruido de muy diferentes naturalezas, pero siempre, todo él, ocasiona un mismo resultado: No permite oír los sutiles sonidos que, en la mayor parte ocasiones, son los que ocultan aquello que realmente quisiéramos poder oír.

Lo que dices importa. Marca lo que puede ocurrir de muy diferentes maneras. Y lo que dice el resto. Todo lo que se dice marca el futuro.

Un propósito, algo que se esconde tras cada gran y diminuta cosa que se te pueda ocurrir. El propósito es algo difuso, porque el término propósito puede utilizarse para referirse a diferentes cosas. O, mejor que a diferentes cosas, a una misma cosa a diferentes niveles. 

¿Cuál es el propósito de escuchar este podcast? ¿Y el de grabarlo? ¿Cuál es el propósito de esa organización, de ese movimiento, o cuál es tu propósito de vida?

Tú defines tu lugar.

Hay algo que puedes hacer. Siempre hay algo que puedes hacer. La cuestión es… ¿quieres hacerlo?

No le digas lo que debe hacer. Proporciónale la información necesaria, las herramientas necesarias y el apoyo necesario para que, tomando sus propias decisiones, pueda obtener un resultado mejor del que puedas esperar.

Hacer algo que pueda generar un valor que crezca exponencialmente a medida que se haga necesario. Esto, rara vez puede hacerse en solitario. Una de las características de pensar a nivel de yo, es que generalmente, solo es escalable hasta cierto punto. Para ir más allá y superar ese punto, está el nosotros.

Si te vislumbras, con setenta años, pensando sobre cómo te arrepientes de no haber hecho algo en tus cuarenta, ¿Cuándo se convierte en urgente? ¿Cuando cumplas cuarenta? ¿Cuando cumplas cuarenta y nueve? ¿Ahora, que tienes cuarenta y cinco?

Tras millones de años de existencia, y tras millones de personas fijándose, pensando, buscando, tratando de encontrar el modo de generar o mejorar, todas las bases están ya definidas. Pero puedes combinarlas de un modo único para crear algo exclusivo. Y comenzarás por eliminar.

Comunidades para el aprendizaje. Personas que se unen en torno a una inquietud común, hambrientas de nuevos aprendizajes. Están por todas partes. Hace muchos años ya lo estaban, pero la explosión de Internet ha facilitado su creación, crecimiento y popularidad. Ha facilitado que puedas crearlas o unirte a ellas, seas quien seas y hagas lo que hagas.

Lo que ocurre con querer, es que precisa de compromiso para florecer. Sin el compromiso, solamente queda la frustración. Y la frustración, solamente desaparece cuando das un paso atrás y regresas al compromiso, o cuando olvidas y dejas de querer.

Es medianoche. Un buen momento para reflexionar, para permitir una conversación interna y para facilitar que las partes lleguen a acuerdo. Para disociarte y moderar a todas esas voces internas, para guiarlas hasta que se conviertan en una.